La viuda rica
En el paraje de Urubamba, hace ya tiempo vivía una mujer que al morir su esposo le dejo como única fortuna una pequeña tienda en donde vendía jabón, gaseosa, aguardiente, sal, café, aspirinas, cigarros nacionales y algunas otras cosas, pero en pequeña escala hasta el extremo que se puede decir que su situación económica apenas le permitía vivir con cierto y estrecho decoro.
Pero con el correr de los días, los vecinos vieron sorprendido que, de la noche a la mañana, compraba casas, terrenos, joyas y otras riquezas, que no se explicaban por su pobreza, por lo que comenzaron a suponer que la señora, agobiada por la pobreza o llevada por su ambición se había compactado con el diablo.
Así paso el tiempo hasta que la viuda murió. Sus parientes y pocos amigos fueron al velorio. Como a la media noche sintieron un fuerte viento que abrió de par las ventanas que daban a la calle y luego escucharon el ruido del galopar de varios caballos, infundiendo pavor en los presentes que sabían de la fama de la difunta. Esto duro un buen rato y paso.
La noche siguiente y última señalada para el velorio los presentes habían disminuido, atemorizados por los sucesos de la víspera. Pero se decidieron permanecer mui unidos, sin perder de vista el féretro, bien iluminado con velas y sirios.
Todos estaban silenciosos y tensos, angustiados, esperando el lento transcurso del tiempo. Sería como las 2 de la mañana cuando de repente, con gran estrepito el viento abre las ventanas de la sala y otra vez escucharon el ruido del galopar de numerosos caballos, aun cuando tampoco pudieron ver a los animales. El pánico y la impresión fueron tan grandes que varios se desmallaron, otros gritaban y otros lloraban.
Minutos después la calma fue ganando a todos y decidieron, juntos, ver el cadáver y con sorpresa observaron que no estaba, pues el cajón estaba vacío. Así comprendieron que el diablo había cobrado su prenda, para llevarlo a las profundidades del infierno.