La Leyenda de la Laguna de Akuan

04.08.2011 20:41

    En la parte alta de la Hacienda de Catudén ubicada en la provincia de Contumazá, antes comprensión del poderoso reino de Guzmango, se halla el lugar ahora denominado Akuan, en donde hace muchos años reinaba Tanta Rica, poderoso señor de entonces, cuya hermosa y joven hija era cortejada y pretendida por los más apuestos y principales señores de los reinos y comarcas vecinos, sin que por ninguna de ellos manifestara la menor inclinacion.

    Uno de esos días compareció ante Tanta Rica un hombre sumamente pobre, vestido de harapos y ojotas mui gastadas, probablemente por su mucho caminar, para pedirle hospedaje por algunos días. El cacique, hombre bueno y justo, dio hospedaje al forastero que dijo llamarse Akún. Algunos días después Akún compareció nuevamente ante tanta Rica y, para sorpresa de éste, le manifestó que en los días de su permanencia se había percatado que en su reino carecía el agua por lo que él, le proponía poner una laguna en la parte alta del cerro, dotándole de agua en cantidad suficiente como para regresar todas las tierras aptas para cultivo, pero que en cambio Tanta Rica debía comprometerse a cederle en matrimonio a su hija.

     El cacique pidió un tiempo prudencial para pensar el extraño  trato que le proponía en mendigo en el que observó un sobrenatural poder.

Pasron algunos días, días de grande preocupación, temores y aflicciones para Tanta Rica, quien tenía que resolver entre obligar a su hija   desposarse con un mendigo o disponer  de aundante que significaba el bienestar y el progreso de su pueblo. Al fin, una mañana hizo llamar a Akúan y le manifestó  que había resuelto acceder a su petición, mas le amenazó con mandarlo matar  en caso de que incumpliera  con los términos del compromiso.

    Akúan abanadonó la aldea, sin que nadie pudiera precisar el momento en que lo hiciera, y desde entonces pasó mucho tiempo sin tener ninguna norticia de él. Tanta Rica pensando haber sido objeto de una burla por parte del extraño mendigo, convino en que su hija se casara con el poderoso señor de una tribu vecina.

    Mas una noche, los moradores del lugar escucharon un extraño y ensordecedor ruido, como si un río caudaloso dejara correr sus aguas en incotenible torrente.

    Sorprendidos y temerosos, muy temprano se levantaron para cerciorarse del origen del ruido escuchado y encontraron a Akún, ya no cubierto de harapos sino convertido en un apuesto señor, elegantemente vestido con muchos adornos de oro y piedras precisas.

    Akún luego de saludar a todos y entrevistarse con Tanta Rica, pidió que le acompañaran a una planicie cercana, que se habia transformado en una gran laguna cuyas aguas discurrian torrentosas por la falda del cerro.

    Ante la sorpresa y la alegria de los pobladores que aclamaban a Akúan como a su salvador, éste dijo a Tanta Rica: "Yo he cumplido con mi ofrecimiento, ahora te toca a ti cumplir con tu palaba". El cacique consternado le explicó que perdidas las esperanzas de su regreso había autorizado el matrimonio de su hija con otro hombre.

    Akúan resentido desapareció definitivamente en medio de la laguna, la misma que comenzó a secarce hasta quedar combertida en una hondonada, en donde hasta ahora se escucha como si un río dejara correr sus aguas por el interior de la tierra.